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03/08/2019

Ocho medidas para reducir el riesgo de sufrir un ACV

Conocé los factores que pueden provocar un ataque cerebral y cómo modificarlos.

Un accidente cerebrovascular (ACV) es el daño causado por un coágulo o una hemorragia en el cerebro. Es la segunda causa de muerte en Argentina después de la enfermedad coronaria y la primera de discapacidad.

Las posibilidades de sufrir un ACV o stroke se duplica en cada década a partir de los 55 años. Pero hay un aspecto positivo: existen grandes oportunidades para prevenirlo, modificando los factores de riesgo que, en la mayoría de los casos, crean las condiciones para que se produzca un ataque.

Reconocé las señales

Si bien no evita el ACV, una de las principales cuestiones a tener en cuenta es el reconocimiento de las señales, ya que buscar tratamiento temprano reduce el riesgo de sufrir secuelas o daño permanente. Ante uno o más de estos síntomas, hay que buscar atención inmediata: debilidad o adormecimiento de la cara, brazo o pierna, usualmente de un lado del cuerpo; dificultad para hablar, comprender o tragar; dificultad para ver con uno o ambos ojos; visión doble, pérdida del equilibrio o coordinación, vértigo; dolor de cabeza súbito y de máxima intensidad, sin causa aparente.

Llevá una dieta saludable y movete

El consumo excesivo de salud (que favorece la hipertensión), el sobrepeso u obesidad, el alto consumo de alcohol y el sedentarismo elevan el riesgo de sufrir un ACV. Por eso se recomienda una ingesta reducida de sodio, un aumento del consumo de potasio y una dieta estilo DASH, que enfatice en frutas, vegetales y productos lácteos bajos en grasa y grasa saturada reducida. Y para no ser sedentario, las guías nacionales -en línea con internacionales- proponen la realización de más de 150 minutos por semana de ejercicios de intensidad moderada (por ejemplo, caminata rápida) o 75 minutos por semana de actividad física aeróbica de intensidad vigorosa ( como correr).

Mantené la presión arterial bajo control

La presión arterial alta es un importante factor de riesgo prevenible. Cuanto mayor es la presión arterial, mayor es el riesgo de ACV, advierten desde la Fundación Cardiológica Argentina (FCA). El tratamiento debe ser integral e incluye cambios en el estilo de vida (reducir el consumo de sodio, la principal). Además, apuntan que está documentado que el tratamiento farmacológico de la hipertensión previene el ACV y otros daños relacionados.

El primer paso para tomar medidas es conocer si uno está en riesgo. Por eso, desde la Sociedad Interamericana de Cardiología el mes pasado lanzaron la iniciativa “Conocé tus números”, para estimular el conocimiento, detección y control de la hipertensión arterial.

La hipertensión es una enfermedad asintomática que sólo puede ser detectada mediante el control de la presión.

Comprobá tu pulso

La fibrilación auricular (FA) es la arritmia más frecuente y quienes la presentan tienen cinco veces más chances de sufrir un ataque ACV. Los latidos irregulares del corazón favorecen la formación de coágulos que pueden viajar hasta el cerebro y provocar un bloqueo. La detección de esta arritmia es clave para iniciar un tratamiento. Datos de un amplio estudio publicado en 2014 muestran que un 25% de los pacientes que tienen fibrilación auricular y que deberían estar anticoagulados no están medicados.

Qué hacer si tenés diabetes

En Argentina, 1 de cada 10 adultos tiene diabetes, una enfermedad que duplica el riesgo de sufrir un ACV. Desde la FCA explican que “las personas con esta enfermedad tienen una mayor susceptibilidad a la aterosclerosis y una mayor prevalencia de factores de riesgo aterogénicos, en particular la hipertensión y los lípidos sanguíneos anormales. Por eso, se recomienda el control de la presión arterial con un objetivo de <140/90 mm Hg en pacientes con diabetes mellitus tipo 1 o tipo 2; y el tratamiento de adultos con diabetes mellitus con estatinas, especialmente aquellos con factores de riesgo adicionales, para reducir el riesgo de un primer ataque”.

Dejá el cigarrillo

El tabaquismo aumenta el riesgo de sufrir un ataque cerebral entre un 50% y un 70%. El tabaquismo puede, incluso, potenciar los efectos de otros factores de riesgo, como el uso de anticonceptivos orales. Fumar un solo cigarrillo aumenta la frecuencia cardíaca, la presión arterial y el índice cardíaco, y disminuye la distensibilidad arterial. Estudios epidemiológicos muestran una reducción en el riesgo de ACV con la cesación tabáquica y con prohibiciones en toda la comunidad. Los fumadores pasivos (que inhalan el humo del ambiente compartido con un fumador) también tienen riesgos.

El tabaquismo es factor de riesgo para múltiples enfermedades.

Controlá tu colesterol

La dislipemia o colesterol elevado aumenta el riesgo de que se tapen las arterias, entre ellas las que llegan al cerebro. De acuerdo a la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, casi uno de cada tres mayores de 18 años (29,8%) tiene el colesterol elevado.

Cambios de hábitos, como la adopción de una dieta saludable y la realización de actividad física en forma regular previenen los altos niveles de colesterol en sangre. En los casos en los que la dieta y el ejercicio no son suficientes para reducir esos niveles, y de acuerdo al nivel de riesgo cardiovascular global de la persona, es posible el tratamiento mediante fármacos, entre los cuales se encuentran las estatinas.

El “taponamiento” (ateroesclerosis) de las arterias puede provocar infarto de miocardio, ataque cerebrovascular (ACV) o insuficiencia circulatoria.

Detectá y actuá ante los ataques transitorios

En uno de cada cuatro pacientes, los síntomas del ataque cerebral son transitorios: duran pocos minutos y no dejan secuelas, pero deben ser tratados a tiempo para evitar que deriven en cuadros más graves. En Argentina ocurren 17.000 ataques isquémicos transitorios (AIT) al año y 58.000 ACV.

Un AIT irrumpe con los mismos síntomas que los de un ACV y son poderosos llamados de atención que conviene no desestimar. Determinar si en el origen del cuadro hay una fibrilación auricular o una enfermedad carotídea es clave. También es indispensable detectar si el paciente tiene otros factores de riesgo (hipertensión, colesterol elevado, si es sedentario, si lleva una dieta poco saludable o tiene diabetes) y trabajar sobre eso.

 

 

 

Fuente: Clarín

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