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10/01/2018

Avanza el desarrollo de la primera impresora 3D para medicamentos producida en el país

Creada por investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba, ya produce tratamientos personalizados. Este año sus impulsores esperan poder aumentar la velocidad de producción. De esta forma, se abre la puerta a terapias más efectivas, con mayor precisión y menos efectos secundarios.

En 2016, la FDA de Estados Unidos aprobó el primer medicamento creado por una impresora 3D, un hito en el desarrollo farmacéutico. Unos meses después, investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) anunciaron la construcción de la primera versión nacional de este aparato, con el objetivo de realizar terapias personalizadas. Para este año, el proyecto podría crear los primeros fármacos, que gracias al diseño son liberados de forma más precisa en el cuerpo. Sus impulsores se entusiasman con el avance del proyecto, y destaca que su gran objetivo es “crear remedios a la medida de cada paciente”. Hasta el momento, los científicos consiguieron imprimir medicamentos en volumen con materiales compatibles y procesos comúnmente utilizados en la industria farmacéutica, lo cual representa un “verdadero salto tecnológico”. El desafío ahora es incrementar la velocidad de producción. 

La primera impresora 3D de medicamentos funciona en el Departamento de Ciencias Farmacéuticas de la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC, y comenzó a trabajar en octubre del 2017. En estos meses, la iniciativa creció notablemente, y se espera que este año de el paso definitivo para la producción masiva. Hoy, esta impresora permite producir fármacos en tres dimensiones, es decir, de forma y aspecto real (objeto físico y tangible), que previamente son diseñados digitalmente en una computadora. El aparato es “altamente innovador desde el punto de vista tecnológico, ya que se pueden diseñar formas y combinar materiales libremente, imprimir en tiempo real, y comprobar el efecto de la droga en el medio”. “La geometría de un medicamento y el modo en que son combinados (estratificados) sus materiales son dos factores que influyen directamente en la liberación del principio activo”, explicó Santiago Palma, doctor en Ciencias Químicas e integrante del grupo de científicos que lleva a delante el proyecto. De esta manera, por ejemplo, es posible controlar el lugar preciso y el momento exacto en el que deseamos que el fármaco comience a liberarse en el organismo. 

Para imprimir, se utilizan dos materiales biocompatibles (lípidos o grasas y polímeros hidrosolubles), de uso extendido en la industria farmacéutica. En el material “se mezcla” el principio activo (fármaco), responsable del efecto terapéutico, que luego queda “retenido” dentro del medicamento impreso. Tradicionalmente, los medicamentos se obtienen mediante la fusión de los materiales y su posterior solidificación. Se trata de una técnica muy utilizada para la producción de diversas formas farmacéuticas (como, por ejemplo, supositorios), pero que presenta la desventaja de requerir de un molde, lo que limita la producción a una sola forma predeterminada. En cambio, la impresión 3D, al no usar molde, permite obtener cualquier forma deseada. “Experimentamos con algunos activos y realizamos diversas pruebas de liberación con excelentes resultados”, señala Palma, y precisa que, actualmente, el proyecto se encuentra en etapa de realización de ensayos, según una nota publicada en el portal Argentina Investiga. 

La impresora 3D fue diseñada y fabricada por una pyme nacional (Life Soluciones Integrales), a solicitud de un grupo de investigadores de la UNC, especializados en el campo de la innovación farmacéutica. Funciona con dos programas informáticos específicos, que también fueron creados por la empresa. Hasta el momento, los científicos consiguieron imprimir medicamentos en volumen con materiales compatibles y procesos comúnmente utilizados en la industria farmacéutica, lo cual –aseguran– representa un “verdadero salto tecnológico”. El desafío ahora es incrementar la velocidad de producción. Además del aporte en términos de innovación tecnológica, la impresora podría tener gran impacto en el ámbito sanitario para pacientes que necesitan un ajuste de dosis personalizada según sus necesidades. 

“La industria farmacéutica busca la producción masiva y necesita homogeneizar. Le conviene que todos consumamos 500 miligramos de medicamento cada ocho horas, es decir, una dosis y frecuencia fijas. Pero la realidad es que no todos necesitamos la misma dosis, y muchas veces estamos infra o sobremedicados”, asegura Palma. Actualmente, la producción personalizada de medicamentos se resuelve de manera casi “artesanal” en las farmacias u hospitales, donde, bajo prescripción médica, se ajusta la dosis de los fármacos convencionales a la requerida para el paciente, adaptándola en cápsulas comunes (por ejemplo, en el caso de las enfermedades poco frecuentes y en pediatría). En ese sentido, la impresión 3D podría resultar una herramienta útil para producir, en tiempo real, medicamentos a la medida de cada paciente. 

La impresora 3D que funciona en la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC es capaz de producir “medicamentos sofisticados o innovadores”, que permiten modificar la liberación del principio activo, tanto espacial como temporalmente. Por ejemplo, retardando el momento en que la droga comienza a actuar en el organismo. “Se podría administrar un medicamento, y hacer que éste quede latente en el cuerpo para que sea liberado recién cinco horas después de que lo tomaste”, explica Santiago Palma, del grupo de investigadores de la UNC especializados en innovación farmacológica. Su uso resulta útil, especialmente para el tratamiento de dolencias crónicas y también del asma, ya que las crisis asmáticas o picos frecuentemente suceden en horas de la madrugada. Esta tecnología también hace posible modificar el lugar de liberación del fármaco, es decir, determinar en qué órgano es necesario que se disuelva. Por ejemplo, reteniendo el fármaco en el estómago, sin que pase directamente al intestino. Ello se logra a través de la flotación: se diseña el medicamento que contenga una cámara de aire en su interior (cavidad vacía), mientras que el principio activo queda contenido en su cara o parte externa.

 

 

Fuente: Mirada Profesional

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