Un fármaco para la diabetes detiene el párkinson en pacientes
Un estudio clínico de fase 2, doble ciego, aleatorizado y controlado con placebo ha arrojado luz sobre el potencial de la lixisenatida - un análogo del receptor GLP1, similar a los que también se emplean para la pérdida de peso - para ralentizar la progresión de la discapacidad motora en personas con enfermedad de Parkinson.
Los resultados indican que existe una disminución modesta pero significativa en la progresión de los síntomas motores de la enfermedad, aunque también se observaron efectos secundarios. El estudio se publica en la revista 'NEJM'.
El ensayo, llevado a cabo por investigadores Centro de Investigación Clínica de Toulouse (Francia), presenta hallazgos alentadores que podrían influir en futuros tratamientos para esta enfermedad neurodegenerativa.
Los tratamientos actuales para la enfermedad de Parkinson no han demostrado de manera convincente un efecto importante en la progresión de la enfermedad. Por otor lado, algunos estudios epidemiológicos han mostrado un mayor riesgo de enfermedad de Parkinson entre personas con diabetes mellitus tipo 2 en comparación con personas sin diabetes. Y en otras investigaciones se ha visto que la prevalencia de la enfermedad de Parkinson fue menor entre pacientes con diabetes que fueron tratados con agonistas del receptor de péptido similar al glucagón-1 (GLP-1) o inhibidores de la dipeptidil peptidasa-4 (DPP-4), que aumentan los niveles de GLP-1, que entre pacientes que recibieron otros medicamentos para la diabetes.
Aunque dispongamos de tratamiento sintomáticos muy eficaces para la enfermedad de Parkinson, en la actualidad no existe ningún fármaco que haya demostrado de manera neta una reducción de su progresión, asegura Michele Matarazzo, neurólogo especialista en enfermedad de Parkinson en el Centro Integral de Neurociencias HM Cinac a Science Media Centre. «Encontrar una molécula que pueda ralentizar la evolución de la enfermedad es un objetivo mayor de la investigación en la enfermedad de Parkinson y en otras enfermedades neurodegenerativas, y esta evidencia preliminar aporta una esperanza de poder contar con un fármaco que pueda hacer que la enfermedad vaya más despacio. Esto no tiene solo un impacto clínico directo (que de hecho es leve), sino que, si se confirmaran los resultados, nos orientaría el camino hacia una diana terapéutica prometedora para seguir investigando en una terapia eficaz».
En el estudio participaron personas a quienes se les diagnosticó la enfermedad de Parkinson hace menos de 3 años, que estaban recibiendo medicamentos para tratar los síntomas y que no tenían complicaciones motoras. Fueron asignadas al azar en una proporción de 1:1 para recibir lixisenatida subcutánea diaria o un placebo durante 12 meses, seguido de un período de lavado de 2 meses.
El objetivo principal fue evaluar el cambio desde el inicio en la puntuación de la Escala de Evaluación de la Enfermedad de Parkinson Unificada de la Sociedad de Trastornos del Movimiento (rango, 0 a 132, con cifras más elevadas indicando una mayor discapacidad motora), que se evaluó en pacientes tratados a los 12 meses.
Los resultados mostraron que en pacientes con enfermedad de Parkinson en etapa temprana, la terapia con lixisenatida logró una menor progresión de la discapacidad motora que el placebo a los 12 meses en un ensayo de fase 2, pero se asoció con efectos secundarios gastrointestinales.
Aunque la mejoría de 3 puntos es poco llamativa, es estadísticamente significativa, señala a SMC José Luis Lanciego, del Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de la Universidad de Navarra. No obstante, añade, «es necesario considerar si dicha mejoría es suficientemente beneficiosa a nivel clínico, pues presenta diversos efectos secundarios tales como náusea, vómitos y reflujo gastroesofágico (presentes en el 46%, 13% y 8% de pacientes tratados con el fármaco, respectivamente), efectos secundarios gastrointestinales ya habitualmente reportados en pacientes diabéticos tratados de manera idéntica ».
Entre las limitaciones del estudio, agrega Lanciego, «es necesario tener en cuenta que todos los pacientes se encuentran tratados con medicación antiparkinsoniana de diversa índole durante el ensayo clínico, de manera que es difícil evaluar si el modesto efecto beneficioso obtenido con lixisenatida es debido a dicho fármaco o a la propia medicación antiparkinsoniana. También es preciso tener en cuenta que el tiempo de seguimiento es relativamente corto (12 meses) como para evaluar correctamente si la lixisenatida tiene o no un efecto a largo plazo. Además, únicamente se ha empleado la pauta de dosificación que se recomienda para el tratamiento de la diabetes mellitus, sin considerar otras dosificaciones».
Los autores reconocen que se necesitan ensayos más largos y amplios para determinar los efectos y la seguridad de la lixisenatida en personas con enfermedad de Parkinson.
Fuente: ABC Salud - España